Ya sesentaitantos efímeros años
que vine a este mundo,
una oscura noche de un otoño triste
como el más preciado y único fruto
de una labradora y humilde familia
que extremeñamente vivió del terruño,
cuando nuestra España, borracha de sangre
y hambrienta de panes, se vistió de luto,
tras la fratricida e incivil contienda
y su cuarentena de miseria y yugo.
Fue feliz mi infancia
-jardín cultivado con fervor de culto
por mis nobles padres de amor empapados
y ya sólo un ramo de recuerdos mustios
que guardo en el alma como una reliquia
con esmero sumo-.
Transcurrió mi infancia entre encinas grises,
bestias, herramientas, espigas y surcos…,
en contacto pleno con Naturaleza,
en trato fecundo
que me dio ejemplares y pardas lecciones
para un mundo injusto, difícil, absurdo
y me vacunaron contra vanidades
y orgullos ilusos.
De la dura escuela de la agricultura
fui aplicado alumno
y estudié problemas que aún no se han resuelto:
grandes superficies en gris latifundio
que no se dividen y sí multiplican
sumas de intereses a su amo absoluto
y restan salarios a humildes familias…,
¡para el bien de pocos el mal de los muchos!.
En mis juveniles y mociles años,
me apliqué al estudio
pagado en monedas de sudor paterno
y en mi entrega plena de esfuerzo rotundo.
Me libré con libros de gratas mentiras
y del conformismo cómodo y cazurro
que retorna al hombre al torpe amasijo
de sombras e impulsos.
Cultivé inquietudes sublimes y nobles,
como el padre amado su austero terruño:
cultura y cultivo, fiel paralelismo
de pluma y de arado, de línea y de surco.
Mi razón insomne rechazó leyendas
y cuentos vetustos con glorioso tufo
de rancios olores que atufan el alma
y ocultan verdades tras cortinas de humo.
Yo busqué razones, caminos, atajos
a mis pasos ciegos por el novilunio
de mi negra noche, tal de tinta china,
sin luz y sin rumbo;
aparté las sombras, escombros, costumbres,
ancestrales ruinas de un pasado oscuro
y dejé expedito de tanta maleza
mi camino abrupto.
Por hambre de libros
y paterno influjo,
cursé una carrera que hoy no se cotiza
ni renta intereses, prestigios o triunfos
en mundo que tiene por norte el dinero
porque no produce palpables productos:
artefactos, coches, inventos, vestidos…,
de volubles modas que marca el consumo;
cultivé cultura, ideas, sentimientos…,
asuntos del alma que no meten bulto
ni ocupan lugar… en la nueva escala
de inciertos valores de tantos incultos.
Partí de mi tierra con rabia y desgarro
a buscar futuro
donde no pesara tal losa el pasado
y el presente fuera más claro y seguro.
De sembrar cultura vivo en otras tierras
donde eché raíces para dar el fruto,
mi humilde cosecha de saber humano
y, a cambio , consigo el salario justo
de pan y esperanza para el ir tirando
muy lejos de lujos ,
de esa vida muelle pobremente rica,
tan yerma y postiza que gozan algunos.
Entiendo el progreso tal riqueza íntima,
un tesoro interno, personal, profundo
de ideas, sentimientos, de ciencia y conciencia,
un fiel micromundo,
reflejo en pequeño del gran universo,
no un vacío lleno de estéril consumo,
triste escaparate con bella apariencia
que seduce y ciega con falaz embrujo.
Un ferviente orgullo de ser extremeño
recorre mis venas por los cuatro puntos
cardinales de hombre sin cartón ni trampa,
a pecho desnudo.
Allí donde vaya, llevo a Extremadura,
su voz en mis labios, su sangre en mi pulso
y el amor inmenso que por ella siento
a versos traduzco
por regar raíces resecas de ausencias
de tanto extremeño que anda por el mundo.
No escribo mis versos por juego evasivo,
por prestigio o gusto;
compongo poemas por fiel compromiso
con gente y con tierra y, por ellas, lucho
con las nobles armas que tengo a mi alcance,
mi voz y mi pluma siempre en ristre, a punto
porque mi conciencia me impone que escriba
y, al hacerlo, sufro
sobre las cuartillas, campo de batalla,
donde sangro y sudo,
sangre de mi espíritu, sudores mentales
y así os voy dejando mi vida en tributo…
Hola Wencesalo:
ResponderEliminarMe emociona tu tributo, y te mando mi felcitación con este comentario. Cultivo cultura, como tú en la medida de mis posibilidades, porque entiendo que es el camino, no sé si el de la salvación, sí el que te hace más humano. ¡Felicidades!!!!!!!!!!!!!
daniela
http://antonioydaniela.blogspot.com
www.poesiaenlata.es
Muchas gracias, estimada amiga Daniela, por esta ; visita. Me alegro de que mis versos te emocionen. Sí, pienso como tú: la cultura es el mejor camino en esta vida porque humaniza, enriquece metal y sentimentalmente. Saber es subir. A ver si un día tengo un rato libre yte hago una visita virtual. Ando muy ocupado maquetando mi cuarto libro... Un abrazo fraterno de tu amigo extremeño
ResponderEliminarWenceslao Mohedas Ramos
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona.
En el sesenta aniversario de mi emigración
ResponderEliminarBien quisiera, mi canto fuera breve,
y en unos pocos versos daros cuenta
de la angustia y dolor que me atormenta,
y del hondo pesar que me conmueve.
Bien quisiera que el alma que me alienta
mostrara el sentimiento como debe,
y no os viniera a inferir con tono aleve,
por falta de expresión, insana afrenta.
Que un insano rencor tengo a la vida,
por vicio de haber sido maltratado
con crueldad, por los cielos permitida.
Este canto en soneto encadenado
ruega porque le des, buena acogida,
por consuelo a mi ser, tan lastimado.
Largos años rumiando la derrota
cercados por el hambre y la miseria,
huérfanos en mi pueblo y en su tierra,
con la fe en el futuro, vacía y rota;
a principios de otoño, por la feria,
cuando sol de verano ya se agota
y el dorado racimo da la nota,
entre el pámpano verde hasta la histeria;
mis padres, renunciando a los arados,
a los yertos sembrados sin espigas,
a los sueños, en llantos anegados,
a las gachas, los potes y las migas;
dejaron su terruño derrotados,
viniendo donde vida; tu me obligas.
A cantar de su suerte y su fortuna
cosas ciertas, no dudes ni te asombres,
de esta historia sin rostros y sin nombres,
sin un triste apellido, y aún sin cuna.
Olvidados de Dios y de los hombres,
negados por el sol y por la luna,
con pocas esperanzas y aún ninguna,
espero voluntad, que desescombres;
de la ruina del tiempo y el olvido,
la memoria en mis genes retratada,
para dar homenaje bien cumplido,
a mis padres, que habitan ya en la nada,
tras dejar el mensaje prometido,
de la vida, por vida encadenada.
Un hatillo de ropa y un botijo,
tres hijos arrastrando, y en toquilla,
un mamón agarrado a la tetilla,
seis almas del dolor, sin rumbo fijo.
Un llanto por volver a ser chiquilla,
un reproche a ese dios que le maldijo,
dos almas sin saber, con tanto hijo,
inclinar la cabeza o la rodilla.
Sin volver la mirada abandonaron
los rincones de juegos infantiles
y al Madrid de los sueños se marcharon.
Vinieron a esconderse entre los viles
y allá, con las durezas se olvidaron,
de su fe y su piedad entre gentiles.
Yo recuerdo a mi padre dormitando
en las mas de las veces, que despierto,
si te digo que cuatro, tenlo cierto,
y aun yo creo que lo digo exagerando.
De sol a sol el árido desierto
con fatigas sus sueños va llenando,
y las tripas nos llena trabajando
sin lograr día tras día llegar a puerto.
La madre con los dedos desgastados,
la recuerdo contando los dineros
tan cortos, para dar tantos bocados.
En La Celsa, del hambre prisioneros,
dejamos nuestro rastro en los sembrados,
de cardillos y collejas cocineros.
Por capricho de cuatro mal nacidos,
por orgullo, por fama y por dinero,
por ansias de poder, por un “yo quiero”,
por la gloria de seres aburridos.
Hicieron enemigo al compañero,
fueron gente sin culpa, escarnecidos,
fueron los disconformes perseguidos,
y fue mi Dios, cautivo y prisionero.
La sangre fue negada con la sangre,
la voz de la razón fue secuestrada
y pasó por milagro: un mal calambre.
A nadie, vengo yo a culpar de nada,
de venganza no tengo sed ni hambre,
mi canto es por negar otra jugada.
Yo evoco en mi cantar los resultados
de la locura por locos planeada,
de la paz de los hombres embargada,
de los sueños humildes y frustrados.
Por mirar sin temor la madrugada,
porque sean los derechos respetados,
porque sean nuestros hijos educados
para dar paz y amor con la mirada.
Porque sean por sus obras el espejo
donde venga la vida a disfrutarse
rescatando lo bello de lo viejo.
De lo malo guardarse y olvidarse
y sirva mi escarmiento de pellejo
que evite a sus pasos extraviarse.
Santos Vaquero Cuerva
Acabo de leer, mi estimado amigo y gran poeta Santos, tus bellos y autobiográficos sonetos encadenados. Me han gustado mucho. Son versos dolorosa y desgarradoramente humanos que trasminan humanidad y belleza en un perfecto maridaje perfecto. A veces, la tristeza, el dolor, la fealdad... suelen vestirse de fiesta, de belleza para expresar bellamente lo feo por la magia del arte... Todo ello se conjuga para dar a estos versos, a mi modesta opinión, un gran nivel literario, digno de una pluma perita en lírica... Por ello, mi estimado amigo y poeta Santos (con razón "Santos"), te felicito sinceramente y te agradezco este envío como un verdadero "regalo lírico" que te agradezco.
EliminarUn abrazo fraterno de tu amigo extremeño
Wenceslao Mohedas Ramos
Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona.