¿Por qué emites tu canto dolorido,
corazón resignado a ser cigarra,
si esta vida de ruido y de chatarra
lo condena a ser pasto del olvido?
¿Por qué cantas si el hombre, ensordecido,
ya no escucha tu canto; se anubarra
su sentido auditivo y se desgarra
entra tanta chatarra y su chirrido?
Sordiciego va el hombre tras la brisa
de un insano consumo que devora
su esperanza, su paz y su sonrisa.
Ya no es tiempo de cantos, ya no es hora.
Es de noche y el hombre va deprisa
tras la amena materia seductora...